2:Primavera 2015

Antes de haberme unido a este proyecto, me preguntaron que consideraba que constituía a América Latina. A lo largo de los últimos dos siglos la respuesta ha tenido muchos significados, desde colonias españolas y portuguesas que se alinearon culturalmente con Francia y su “raza latina” hasta la representación de un frente unido al colonialismo y sus distintas manifestaciones. En otras ocasiones el término -al sur de la frontera de los Estados Unidos- no ha logrado hacerle justicia al concepto. ¿Debemos tener en cuenta las historias sobre la colonias?, y de ser así, ¿Cuáles debemos considerar? ¿Y qué del legado de los regímenes dictatoriales, los países de habla inglesa y holandesa y las alianzas internacionales tanto pasadas como presentes? Es una idea compleja esta del Latinoamérica-nismo del que tantos hablan, promueven y defienden, ya sea por ideología o comercio. La pregunta inicial, que pretendía dar forma a esta revista y su selección de artistas no solo desató conversaciones sino que, inadvertidamente, tomó un sentido más amplio en cuanto a problemáticas de historia e inclusión. La determinación de adentrarse en la producción artística de regiones tan diversas, desde Mesoamérica hasta la Patagonia, es tan intimidante como lo es sorprendente. Esta vez, presentamos a nueve artistas que trabajan en la región del Cono Sur: de Argentina Erica Bohm, Esteban Pastorino, Juliana Iriart, Colectivo MR [Perú/Argentina] y Schevach & Authier; y de Chile Bárbara Oettinger, Cristián Kirby, Rodrigo Valenzuela y Sebastián Mejía. Me aproximé a la tarea curatorial con un interés en los artistas que fotografían procesos y algunos otros que están interesados en el medio fotográfico en si. Sin embargo, la naturaleza diversa del trabajo que se produce en la región hace casi imposible un enfoque exclusivo en este tipo de obras. Así, esta selección es una amplia representación de acercamientos, estilos y enfoques académicos sobre la fotografía, así como es también una propuesta sobre la naturaleza conceptual de la fotografía contemporánea.

El colectivo Schevach & Authier se compone de Gabriela Schevach y Ariel Authier, ambos argentinos muy activos en la escena del arte de Buenos Aires, no solo como artistas sino como documentalistas del arte, escribiendo sobre exhibiciones e inauguraciones fotográficas. Su serie “L’Argent o La fotografía modo de uso”, es un cuerpo de trabajo auto-referencial en el cual reflejan los usos materiales e inmateriales de la fotografía; su memoria. Hay en ella una foto de una cámara; hay un arco iris hecho por un prisma en una página con texto sobre formación de la imagen y células receptoras. Hay gestos por hacer y preguntas por responder sobre el deseo de hacer cierto tipo de foto. La fotografía está en todas partes, en una costosa cámara o un teléfono barato con cámara; está en cajas bajo nuestras camas y a todo el mundo le gusta nuestra selección de filtros en Instagram. Incluso los drones toman fotos por control remoto sin que siquiera lo sepamos. Ahora la pregunta es, ¿Qué podemos hacer cuando tenemos todas esas imágenes a nuestro alrededor?

Erica Bohm y Esteban Pastorino trabajan con reliquias del pasado; momentos que algunas vez fueron capturados sobre película, los cuales ahora son apropiados y vueltos a trabajar por ellos. El aterrizaje en la luna fue una magnífica muestra de poder para occidente durante la Guerra Fría, sin embargo, las banderas, y en su mayoría las personas, están ausentes en la versión de Bohm, originalmente tomadas por los astronautas de las Misiones Apolo, Curiosity y la Sonda Magallanes. Estos son espacios libres de gravámenes que Bohm reconfigura en la historia. El paisaje estéril de la luna encuentra correspondencia con la serie de Esteban Pastorino en el desierto de Tabernas en Almería, España. Los escenarios de las películas del viejo oeste de Sergio Leone son re-fotografiados cincuenta años después del hecho. Algunas imágenes están acompañadas de citas de “El bueno, el malo y el feo”, “Por unos dólares más” y “Érase una vez en el oeste”, todas haciendo referencia a las duras condiciones de las locaciones y el poco valor que tiene la vida allí. Ambas series son una suerte de productos culturales de la década de los sesenta con un nuevo propósito, sin embargo, van hacía adelante y atrás en el tiempo, tanto en su intento como en su contenido. El aterrizaje en la luna no es sobre el presente sino sobre el futuro, el progreso y lo que está por venir. Los escenarios en Almería son el pasado del pasado, no solo del cine sino de la industria y las personas de los pueblos aledaños. Sin embargo, hay algo de toda esta muerte y retro-futuro que nos trae al presente; a otra locación cinematográfica en otro desierto: aparentemente ISIS ha estado usando el viejo escenario de Tatooine de Guerra de las Galaxias en Tunisia.

Tanto el Colectivo MR como Cristián Kirby toman un enfoque emocional e investigativo para su trabajo fotográfico, adentrándose en las dolorosas historias compartidas. Kirby hace referencia a la desaparición de 119 izquierdistas en el periodo de 1974-75 en Santiago de Chile, posicionando viejas fotos sobre mapas de la ciudad. En la serie “Sueño Cholo” el Colectivo MR trata de abordar siglos de racismo en Perú. Inspirados por una historia infantil en la cual un niño es discriminado por ser pobre, mezclan retratos de ensueño con puestas en escena. Al ubicar a la familia en medio del estilo y la opulencia de occidente, también le juegan una partida al espectador y sus propios estándares y actitudes racistas. Como bien lo dice el refrán popular, si apuntas con el dedo, habrá tres dedos que te apuntarán de vuelta.

En su serie “Escudería”, Juliana Iriart ubica de forma desordenada varios objetos que son a la vez reconocidos y desconocidos, dentro de composiciones cerradas y coloridas que evocan una fiesta en el taller del artista. En realidad, son un tipo Matryoschkas, obras dentro de otras obras. Iriart fotografía áreas seleccionadas de grandes pedazos de pared, transformando efectivamente las instalaciones tridimensionales en obras fotográficas individuales que no son documentales. Por otra parte, en su serie “Reversa Hedónica”, Rodrigo Valenzuela construye narrativas a través del rompimiento, organización y reorganización de piezas en su estudio. Sus composiciones en blanco y negro bien podrían ser dibujos. Esqueletos de edificios, restos de construcciones, explosiones suspendidas. Quién sabe. Son atractivas precisamente porque reconocemos varias cosas y no una, y queda una sensación de que se divirtió haciéndolas. La otra serie en blanco y negro es del Colombo-Peruano Sebastían Mejía quién vive y trabaja en Chile. El por su parte, en lugar de organizar objetos, captura imágenes de ocurrencias curiosas de la naturaleza, específicamente palmas, y los extraños lugares que el hombre ha diseñado alrededor de ellas y no lo que la naturaleza crea alrededor del hombre. En “Lanzamientos” Iriart juega con el azar, el color y la arquitectura. Un edificio en Buenos Aires, una reja en Europa o los viejos silos de un museo de arte Contemporáneo en Rosario, Argentina, son todos escenarios para sus lanzamientos. El lugar es elegido pero el trabajo es tan experimental como lo es visual. La cantidad de papel a arrojar, los colores, el ritmo y frecuencia de la documentación son controlables pero todo lo demás depende del azar. No se puede controlar el viento así como no puede controlarse a los demás. La serie de 120 fotografías de Barbara Oettinger es en cambio enteramente sobre otras personas. Las confesiones que cada uno de ellos escribieron en un pedazo de papel nunca son leídas ni usadas para nada distinto a la contemplación. Los sujetos nunca son mostrados, aunque hasta ellos mismos son quienes deciden el color de fondo que se usará para fotografiar sus confesiones. Hasta pueden destruir el papel. ¿Qué dice sobre mi el hecho de doblar seis veces un pedazo de papel, pegarlo con cinta y ponerlo sobre un fondo color rojo? Estos ejercicios catárticos podrían tener sus raíces en la psicología o los juegos de adivinanza amateur.

A medida que este experimento fotográfico transcontinental continúe, seguiremos siendo sorprendidos e inspirados por lo que vemos. Hay aun mucho trabajo por conocer y lugares que aun no hemos visitado por medio de pixeles. Con suerte, mientras exploramos la producción artística de aun más regiones de este hemisferio, la revista terminará por ser una visión Pan-Americana de la fotografía contemporánea.

 

Marina Reyes Franco